El 9 de enero de 2020, China registró el primer deceso a raíz de un misterioso virus, más tarde denominado SARS-CoV-2, causante de la COVID-19, en Wuhan, provincia de Hubei.
En diciembre de 2019 se reportó una serie de casos de pacientes hospitalizados por una enfermedad nueva, cuyos principales síntomas eran neumonía e insuficiencia respiratoria, a causa de un nuevo coronavirus, en la mencionada provincia.
Posteriormente, y a pesar de las extensas medidas de contención, la enfermedad continuó avanzando hasta afectar a todos los países del mundo.
El 11 de marzo de 2020, la COVID-19 fue considerada una pandemia por la Organización Mundial de la Salud (OMS); una pandemia que, a pesar de las restricciones y las nuevas normas de distanciamiento social, ha seguido propagándose y cobrándose vidas.
Desde el inicio de la COVID-19 hasta finales de este 2021, más de cinco millones y medio de personas han perdido la vida, a lo que se suman las consecuencias económicas que han paralizado el devenir de la gente en todo el planeta.
Hoy en día, a pesar de las extensas campañas de vacunación a lo largo y ancho del orbe, las nuevas variantes de este coronavirus están poniendo en jaque los sistemas sanitarios de todos los países.