El 29 de marzo de 1973, el último soldado del ejército estadounidense salió precipitadamente de Vietnam después de haber sufrido la peor derrota en su historia.
A lo largo de cerca de 10 años, Estados Unidos intervino en la guerra de Vietnam con el deseo de impedir la reunificación de las dos partes en la que se había dividido el país, aunque fue derrotado por la resistencia que le pusieron los vietnamitas del norte.
Esta agresión, además de zanjarse con al menos 2 millones de civiles y miles de soldados muertos y graves daños, resultó sumamente cara para los Estados Unidos, pues perdió cerca de 60 000 soldados y acabó con miles de soldados heridos, mutilados o con trastornos mentales.