Tras 6 años de guerra saudí, el conflicto armado, la enfermedad, el hambre, una economía al borde del colapso y la mitad de los servicios sanitarios inoperativos han convertido a la crisis de Yemen en la peor de los últimos tiempos.
Fue en 2015, cuando el dimitido presidente yemení Abdu Rabu Mansur Hadi huyó del país a Arabia Saudí, acto seguido el régimen saudí liderando con una coalición militar, inicia una ofensiva contra Yemen, bajo el pretexto de ayuda a Hadi y sus fuerzas leales, y frenar al movimiento popular yemení Ansarolá. El objetivo era terminar con la revolución y facilitar el regreso de Hadi en cuestión de días. Pero la resistencia continuó.
A más de un lustro, la cifras también hablan por sí solas. 3,6 millones de desplazados internos, más de 247 000 refugiados y solicitantes de asilo, unos dos tercios de la población total pasando hambre. 7,4 millones de personas que necesitan asistencia nutricional y unos 2,1 millones de niños que necesitan alimento, según la Agencia de la Organización de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR por sus siglas en inglés).
Violaciones a los derechos humanos de los yemeníes que de alguna manera siguen sucediendo a espaldas de una comunidad internacional que poco a podido hacer para frenar a la coalición saudí.