La escalada más reciente de ataques aéreos y de artillería del régimen israelí contra Gaza ha tenido un efecto físico y psicológico sobre los niños y sus familias.
La infancia bajo las bombas en Gaza. De los más de 250 muertos durante los 11 días de campaña militar israelí contra el enclave costero en mayo pasado, al menos 66 fueron niños. A ello se suman las secuelas del terror psicológico que vivieron los menores, en una situación descrita como infernal.
Ignacio Casares, jefe de la misión del Comité Internacional de la Cruz Roja, en Gaza, dijo a su vez que los niños y niñas con los que se encuentra cada día parecen vivir en una situación de terror permanente, “ya no quieren ir solos al baño. Tienen miedo de todo”. Tras experimentar el sonido de los fuertes ataques, viven con una gran incertidumbre sobre lo que les ocurrirá a ellos y a sus familias. ¿Despertarán?
Suzy Ishkotana, de siete años, es una de esas niñas, que perdió a su madre y cuatro hermanos y hermanas en un bombardeo israelí, que pulverizó su hogar.
La niña se volvió autista y solo está dispuesta a mantener intercambios sencillos con los más cercanos a ella. Su prima, Anas, es una de las pocas personas en las que Suzy aún está dispuesta a confiar.
El Fondo de Naciones Unidas para la Infancia, Unicef, en un reciente informe advirtió que los niños experimentaron los golpes más duros de los bombardeos contra Gaza. Además, lamentó que antes de la escalada, uno de cada tres niños de Gaza precisaba asistencia por traumas relacionados con las atrocidades israelíes. No cabe duda de que esta necesidad de los niños de recibir apoyo psicológico y psicosocial no ha hecho más que aumentar.