Canadá se sigue reencontrando con un pasado que mantiene heridas abiertas en su comunidad originaria.
Desde el año 1874, se convirtió en una "práctica común" obligar a los menores de edad de las llamadas Primeras Naciones (población indígena), asistir a internados católicos, en donde les prohibían hablar su lengua aborigen y practicar sus tradiciones, según informes de la llamada Comisión de la Verdad y la Reconciliación de Canadá.
Pero, no sólo se les intentó borrar su origen, sino que se les violó sus derechos humanos, siendo sometidos a todo tipo de maltratos y abusos.