El 3 de julio de 1988 es una fecha fatídica para Irán, pues Estados Unidos cometió unos de los crímenes más atroces en la historia de la aviación.
Un buque de guerra del país norteamericano derribó un vuelo comercial iraní que hacía la ruta Teherán-Dubái, arrebatándoles de un plumazo y sin un ápice de culpa la vida a 290 civiles inocentes, entre los que se encontraban 66 niños.