La comunidad haitiana de Miami sigue sin respuestas ante un hecho que se convierte en el último eslabón en una serie de atropellos y experimentos imperialistas.
Se realizó en Miami un homenaje a Jovenel Moïse, quien fuera presidente de Haití. Pero más allá de ello, se afirma el argumento de un pueblo oprimido, violado y olvidado; Haití, el primer país de la Patria Grande en revelarse contra la bota colonial europea, pero hoy, un experimento de juegos imperiales.
Interesantemente, el mandatario asesinado solía ser un “aliado” de Estados Unidos, pero más adelante se convirtió en un obstáculo desechable. Ahora se sabe que sus verdugos entrenaron con militares norteamericanos y que la operación contó con el apoyo logístico de empresas e individuos radicados en el estado de la Florida, así como Colombia.
Así, no es casualidad que los crímenes y “golpes” se originan en el eje Bogotá-Miami (vasallo estadounidense en la región) quien cobra en dólares por dejar muertos por toda la región. A manera similar de otros grupos de ultraderecha, no sorprende que algunos colombianos de Miami apoyan abiertamente los actos genocidas perpetrados en casa propia y en otras latitudes.