Imágenes de personas muriendo o sufriendo terribles heridas por las minas antipersona en la región del Catatumbo, en el norte de Colombia, es demasiado frecuente.
En Catatumbo, región norteña en Colombia, los ciudadanos viven en tierras sembradas de coca y artefactos explosivos, ocupadas por otros grupos alzados en armas que llegaron primero que el Estado y reemplazaron a los rebeldes. En esa zona biodiversa donde los grupos ilegales hacen las veces de autoridad.
Tras seis décadas de conflicto armado, las víctimas por artefactos explosivos en Colombia van en aumento, según el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR). En el primer semestre de este año, 263 personas, incluidos 21 menores de edad, han muerto o resultado lesionadas por minas, granadas o cualquier otro pertrecho.
El departamento Norte de Santander, al que pertenece el Catatumbo, es el segundo más castigado después del departamento suroriental de Cauca, con 86 víctimas. Colombia es uno de los países más afectados por minas, con más de 12 000 víctimas entre 1990 y 2021, según la oficina del Alto Comisionado para la Paz.