La agresión y el bloqueo impuestos por el reino árabe y sus aliados han convertido a Yemen en un “infierno”, según la propia Organización de las Naciones Unidas (ONU).
A pesar de ello, el Ejército yemení ha podido resistir y desarrollar sus capacidades militares para disuadir la agresión saudí, respondiendo incluso a sus crímenes y golpeando los objetivos militares y vitales de los agresores, como las instalaciones petroleras de Aramco.
Ya son siete años de intensa guerra, que ha dejado decenas de miles de muertos, según las organizaciones humanitarias. Por si no fuera poco, más de dos tercios de los 30 millones de habitantes, enfrentados al riesgo de epidemia y hambruna, dependen de ayuda internacional a la fecha.
La parte yemení ha prometido suspender sus operaciones de represalia siempre que Riad ponga fin a su devastadora agresión y bloqueo.
La tensión que nunca se ha reducido, parece intensificarse más en la víspera de que el nuevo enviado de las Naciones Unidas a Yemen, Hans Grundberg, asuma sus funciones.