En los primeros años posteriores a la Segunda Guerra Mundial, en Hollywood, los alemanes fueron retratados como los rivales, o mejor dicho, los "chicos malos".
Tras el comienzo de la Guerra Fría, esta tendencia se enfocó en la Unión Soviética, y no fue ninguna sorpresa que los malvados rusos, desesperados por destruir el poder dominante norteamericano, comenzaran a reemplazar, paulatinamente, a los “chicos malos” alemanes de Hollywood.
A finales del siglo XX, la Guerra Fría llegó a su fin, y el comienzo del siglo XXI fue para Hollywood el momento oportuno para buscar otro enemigo imaginario y volver a evocar el patriotismo entre los estadounidenses.