Finalmente se llevó a cabo de manera virtual la llamada “Cumbre de la Democracia”, organizada por el presidente de EE.UU., Joe Biden, y a la que se han invitado a unos 110 gobiernos, excepto algunos como China y Rusia.
Sin ningún anuncio o declaración mayor, el evento concentró mucha retórica contra el autoritarismo, el combate a la corrupción y la defensa de los derechos humanos. Llamó la atención que el mandatario estadounidense prefiriera dejar los resultados concretos para un próximo encuentro que espera sea presencial.
Aun así, ha sido noticia el anuncio de una partida presupuestaria de unos 424 millones de dólares para entre otras cosa; apoyar a los medios de comunicación independientes en el extranjero, ofrecer apoyo a organizaciones de derechos humanos y activistas y promover la celebración de elecciones justas. Dicho presupuesto estaría sujeto las decisiones con el Congreso estadounidense.
Pero el empeño o interés del Gobierno de Biden en preservar o defender las democracias en el mundo, ha recibido sus críticas desde otras naciones, considerando las fallas internas del propio Estados Unidos y su Administración, sumando a lo que ha provocado en otras regiones y países del mundo con su injerencia, sus intervenciones militares y su accionar de presión, bajo las conocidas sanciones de Washington.