El 28 de febrero y pocos días después de que las tropas rusas atacaran Ucrania, la FIFA decidió suspender a Rusia de la competencia internacional: una ruptura brusca con la tradición.
Desde su fundación en 1904, el organismo internacional ha sido casi indiferente a los actos políticos y, de hecho, a los fallos éticos de los Estados miembros.