El 22 de junio de 2012, Fernando Lugo, presidente de Paraguay, fue destituido por el Senado mediante un juicio político, bajo los cargos de "un mal desempeño en sus funciones" y la masacre de Curuguaty.
Lugo, que asumió la Presidencia el 15 de agosto de 2008, fue víctima de una conspiración orquestada por sectores opositores. Tras este golpe parlamentario, Federico Franco, vicepresidente de Lugo, ocupó la Presidencia interina del país. Ante esta situación, diferentes países en todo el mundo y especialmente en América Latina, entre ellos, Argentina, Ecuador, Bolivia, República Dominicana y Venezuela, consideraron la destitución de Lugo un golpe de Estado y decidieron no reconocer a Franco. El izquierdista Lugo volvió a la política en 2013 y ocupó un escaño en el Senado, por el partido Frente Guasú, hasta 2018.