Mientras El Líbano se mantiene sumido en una crisis socioeconómica, para muchos expertos la peor de su historia, su primer ministro Saad Hariri renunció.
Nueve largos meses, en lo que no pudo formar un gabinete. El argumento, diferencias con el Ejecutivo en los nombres que debían conformar el gobierno.
En medio de esto surge una primera interrogante.
¿Por qué los dirigentes principales de la nación no pueden acordar la vía política para ese nuevo gobierno necesario en momentos de dificultad nacional?
Bueno, lo cierto es que con la renuncia de Hariri, se levantan de nuevo voces injerencistas desde otras latitudes. Francia y Estados Unidos.
Para nadie es un secreto el consecuente interés de la nación gala en el país árabe. De hecho, Francia organizará el próximo 4 de agosto una nueva conferencia internacional “de apoyo a la población libanesa”, respaldada por la Organización de las Naciones Unidas (ONU).