Muhamad bin Salman, el líder de facto del Reino de Arabia Saudí desde el espantoso asesinato de Jamal Khashoggi, ha mantenido un perfil bastante bajo en la escena internacional.
No obstante, eso no significa que el joven príncipe haya dado un giro de 180 grados en sus principales políticas, especialmente en su interacción con los disidentes políticos dentro de su territorio.