Los últimos vestigios de la presencia estadounidense en Afganistán partieron del aeropuerto de Kabul (la capital) a finales de agosto, marcando el fin de una ocupación que costó miles de vidas y terminó con la toma total del país por parte del grupo contra el que los estadounidenses pasaron dos décadas luchando.
La llamada guerra contra el terrorismo, en cambio, ha sido una catástrofe, con las mejores o las peores intenciones.