Kazajistán una nación de Asia Central, y que en el pasado fuera integrante de la extinta Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), vive durante estos días las mayores protestas de su historia postsoviética, que han desembocado en violentos disturbios con víctimas mortales, heridos y miles de detenidos.
El Gobierno nacional ha denunciado presencia de elementos terroristas, que estarían intentando un romper el orden constitucional y un golpe de Estado.
La situación ha conllevado a que el propio gobierno kazajo haya pedido la intervención de las fuerzas de paz de la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (OTSC), un bloque militar en el espacio postsoviético que agrupa a seis países y está liderado por Rusia.
Pero desde Occidente, particularmente EE.UU., han llegado reacciones a lo que es el rol de Moscú para apaciguar la crisis en Kazajistán.
Esta nación está geoestratégicamente ubicada entre Rusia y China, no tiene salida al mar, pero su territorio tiene mayores dimensiones que Europa occidental, aunque con una población de solo 19 millones de habitantes. Es el puente que une la totalidad de Eurasia, y que va más allá de la conectividad comercial y de transporte al integrar un único espacio euroasiático que unifica las rutas de la seda de China con la Unión Económica Euroasiática (UEEA) encabezada por Rusia.