Si algo ha podido evidenciarse tras la llegada a la presidencia del actual mandatario iraní, Seyed Ebrahim Raisi, ha sido el cumplimiento consecutivo de su voluntad manifiesta ocho meses atrás durante su campaña, en darle prioridad a la mejora de las relaciones de Irán con sus países vecinos.
El reciente encuentro entre cancilleres de la República Islámica de Irán e Irak en Teherán se reafirmó la disposición en pro de velar por la seguridad. Una seguridad que ha estado y está comprometida en la región de Asia Occidental por años de injerencia foránea, invasiones, y diferencias irreconciliables entre algunos vecinos, a través de los cuales el Occidente ha aprovechado para tener más presencia allí.
Para Irán, es más vital que nunca que sus fronteras tengan garantías de seguridad, ante lo que suponen la amenazas de Estados Unidos, el régimen israelí, y células terroristas y separatistas, como lo expresó el propio canciller iraní, Hosein Amir Abdolahian.
Tan solo en 2020, Irán fue blanco de explosiones misteriosas e incendios inexplicados en sus sitios nucleares, sus bases militares, sus capacidades industriales, sus oleoductos, sus centrales eléctricas y otras instalaciones estratégicas.