A finales de 1999, los palestinos estaban cansados de la falta de compromiso de Israel con los Acuerdos de Oslo, así como por la detención y el asesinato de líderes de la Resistencia.
Esto, unido a la orden posterior del primer ministro israelí, Ariel Sharon, de atacar la Mezquita Al-Aqsa en septiembre de 2000, convirtió estas insatisfacciones en un levantamiento popular que avivó las llamas de la Segunda Intifada o la “Intifada de Al-Aqsa”, que duró cinco años.